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Johann Goethe [1749-1832], reconocido como naturalista y dramaturgo, profundizó el estudio de la naturaleza con obras como la Teoría de la naturaleza [1789] y la Metamorfosis de las plantas [1790] en las que concebía a la naturaleza como una totalidad y una vivencia necesaria. Goethe explica una doble aproximación, la científica, en la que los objetos son estudiados por los elementos que los componen desarrollando una morfología, y la artística, única y sensible capaz de captar la naturaleza como totalidad; para que la mirada sea eficaz los ojos del espíritu y los ojos del cuerpo deben actuar en una constante y viviente conexión porque de otro modo se corre el peligro de mirar y, sin embargo, no captar lo que se ve. [Goethe, Teoría de la Naturaleza]. 

 

Estos estudios concordaban con el interés de A. Von Humboldt en la búsqueda de una filosofía de la naturaleza subjetiva y objetiva para comprender sus ideas acerca de la naturaleza y el paisaje; debate que sigue hoy en día. 

 

En biología los conceptos científicos permiten comprender los procesos naturales que intervienen en el ambiente y los seres vivos. De ese modo naturaleza es objeto y sujeto de la realidad. De separarlos -sujeto y objeto- delimitarían el conocimiento por lo que deben ser comprendidos en su totalidad, entenderse como la génesis y morfológía de un ser vivo. 

 

La metamorfosis, del griego “transformación” de μετα- (meta-), "cambio" + μορφή (morfe) "forma" comprende grandes cambios morfológicos y de hábitos en el ciclo de vida de un organismo, en general designado en animales. Goethe atribuye este término en las plantas en la que la hoja presenta todas las estructuras vegetales y en que la expresión de un holotipo es un concepto ideal que representa un instante perfecto. ¿Existe una convergencia evolutiva que defina la metamorfosis de las plantas y la nuestra? O es acaso el producto de un pensamiento divergente que permite la prosperidad de los seres vivos. 

 

Se hace necesario el estudio de corrientes de pensamiento que satisfagan las actuales necesidades medioambientales y que concuerden con una generación de científicos más analíticos e intuitivos, de mentalidad menos condicionada por las corrientes materialistas y positivistas de antaño. 

 

El propósito es redescubrir un pensamiento morfológico del viviente, que trascienda las fronteras de la razón y de lo sensorial, del lenguaje y de los objetos; es decir, un pensamiento de la forma que concuerde con el dinamismo propio del mundo orgánico. En este sentido se retoma la necesidad de revisar el asunto con relación a la fotografía, como signo evidente de la identidad y que construye, al almacenar, un producto para la memoria. 

La metamorfosis de la Dahlia

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