Ryunosuke Agutagawa [1892-1927] relata la vida de un hombre que se emplea como sirviente para una pareja con la promesa de que le enseñarán a ser sennin para alcanzar la inmortalidad. El acuerdo es que el hombre trabajará para la pareja durante veinte años sin recibir ningún salario para que, cumplidos los años, ellxs le enseñen el conocimiento secreto de los sennin. Pasados los veinte años de duras labores, de acarrear el agua y cortar la leña, el hombre pregunta a la pareja sobre las enseñanzas secretas. El esposo se desentiende y la esposa, que es más astuta, le ordena que trepe un pino y suelte ambas manos cuando esté sobre la última rama. El hombre así lo hace y en lugar de caer muerto se va volando agradecido por la enseñanza. 

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Ese hombre que vuela sobre el pino es una mujer; esa mujer es Amaterasu, la diosa del sol, que se esconde en una cueva y deja en sombras al planeta tierra cuando se pelea con su hermano el dios océano. Ame-No Uzume, ancestra de todas las bailarinas sagradas, empieza a bailar frente a la cueva con el resto de diosxs que se ríen. Amaterasu se rinde y sale para ver qué es lo que divierte tanto a lxs diosxs. Ellxs la atrapan y la arrastran afuera. Amaterasu cede y la luz vuelve al planeta tierra. Este mito da origen a la danza, la danza da origen al canto -Ame-No Uzume, en el trance de su danza, canta para alcanzar un estado de posesión divina- y juntas, danza y canto, dan origen al teatro Nogaku. 

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La hombre-mujer que voló del pino al conocer el secreto para ser sennin se fue cantando.

 

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En todas las tradiciones mesoamericanas el aire es el elemento que se relaciona con el pensamiento, la creatividad y el canto. Es el último elemento en las cuatro puertas de un temazcal, el elemento del norte, que en la nación Ojiwbe es representado por el color blanco y lavanda. 

 

El hombre que es mujer y que es Amaterasu, la diosa del sol, se va volando mientras canta el canto del pino vestido en haori y hakama de flores de lavanda. 

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La danza del café encarna al espíritu del café a través del movimiento del cuerpo. El café es una abuela amorosa y antigua que me ha revelado su apariencia y su danza. 

 

En el idioma japonés todas las palabras terminan en vocales. Por eso su poesía tiene una estructura común, fija, de cinco o siete sílabas por verso en todos los casos. La más conocida de estas estructuras es el haikú. 

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En el origen de la danza los dioses danzan para convencer a Amaterasu que salga de la cueva e ilumine de nuevo a la tierra. Este es el principio de la danza, en donde las mujeres muestran su sexo. 

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El Teatro Noh floreció con la élite militar samurai del siglo XIV. 

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Un kami es una divinidad de la naturaleza a la que se le rinde culto a través de la danza, desde la religión sintoista. El café es el Kami con el que se trabaja en esta pieza. 

 

En el Teatro Noh el espacio del teatro, el escenario, es un portal sagrado conocido como Torii. No hay representación, sino encarnación de espíritus.

 

El Torii de la danza del café es el mandala del Huerto Roma Verde. 

 

El puente que conduce al escenario principal, en el Teatro Noh, se le llama Hashigakavi; en el mandala del Huerto Roma verde el Hashigakavi se convierte en el trazo en espiral. Ese trazo es un puente que conduce al Torii. 

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El trazo en espiral es el hashigakavi que alcanza el torii al volverse un trazo recto hacia el centro del mandala

 

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La danza del café integra una tradición de teatro japonesa, una planta de origen africano y una técnica prehispánica para hacer máscaras de cartón. 

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En el diseño espacial del teatro Noh hay un pino al fondo del escenario que representa la conexión entre el mundo terrenal y el divino. El hombre que se vuelve sennin y se va volando descansa sobre las ramas de un pino. 

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